La siderurgia en España representa el 4,6% del PIB del país. Además, España se sitúa como el tercer productor de acero en Europa y el mundo, solo por detrás de Alemania e Italia y en el mismo sitio que Francia. Pero la historia de la siderurgia en nuestro país se remonta al siglo XVII.
Historia de la siderurgia en España
Nuestro país es uno de los grandes exportadores de productos siderúrgicos. Es el sexto país en la Unión Europea y ocupa el puesto 16 a nivel mundial. Pero la consolidación de la siderurgia en España es el resultado de un proceso muy largo que comenzó en el siglo XVII.
Los primeros altos hornos del siglo XVII
En el siglo XVII se hizo la instalación de los primeros altos hornos en España. Éstos se crearon con el fin de abastecer a la marina con municiones de hierro, así como cañones. La artillería sufrió su propia revolución pues las potencias imperiales comenzaron una carrera armamentista, dando paso a la creación de flotas.
Las flotas estaban compuestas de buques armados con cañones (70 unidades), así como la artillería de cada soldado. Como los cañones de bronce eran muy pesados y caros, se tuvo que recurrir a otro metal: el hierro. En España no había fundiciones de este metal, así que se decidió instalar hornos que sentarían las bases de la siderurgia en España.
De Flandes llegaron expertos que crearon la primera empresa siderúrgica en el país, en Liérganes y La Cavada (Cantabria). Aquí se utilizaba carbón vegetal, a diferencia de las fundiciones británicas donde se empleaba carbón mineral.
El surgimiento de los primeros hornos de la siderurgia en España en el siglo XIX
La batalla de Trafalgar, a comienzos del siglo XIX, supuso el fin del dominio español en los mares. Como resultado, se echó el cierre a los hornos y España perdió la oportunidad de meterse de lleno en la primera etapa de la Revolución Industrial que había comenzado en Inglaterra en la última mitad del siglo XVIII.
Sin embargo, en el siglo XIX nace la primera industria siderúrgica importante en el país. Esta compañía apareció en el sur de Málaga y se aprovecharon los yacimientos de hierro de Marbella y Ojén. Los altos hornos se alimentaban con carbón vegetal y energía hidráulica. En los años 30, a consecuencia de la Guerra Carlista, los hornos del norte del país tuvieron que cerrarse, lo que elevó el precio y redujo la producción del metal. El mercado se cubría gracias a las importaciones de Inglaterra y la producción de Málaga.
En 1848, en las cuencas hulleras de Langreo y Mieres (Asturias), se instalan también altos hornos. La buena noticia para la siderurgia en España es que esta zona era rica en carbón mineral. Sin embargo, resultaba difícil llevar el carbón al interior, por lo que se hacía en barco desde Gijón. En 1857 se funda la Sociedad Duro y Compañía en la Felguera que, entre 1862 y 1879, se puso a la cabeza de la producción, dejando a Málaga de lado. Los costes de producción eran más bajos en el norte que en el sur gracias a que, entre otras cosas, utilizaban coque.
Los altos hornos de Vizcaya
En 1849 aparecieron los altos hornos de Vizcaya, que se impulsaron en 1865 por el uso de coque. Gracias al fin de la tercera Guerra Carlista, el comercio se reactivó y los fueros se extinguieron, cosa que facilitó la extracción. Los últimos 20 años del siglo XIX supusieron un despegue para la siderurgia en España, concretamente para los hornos de Vizcaya.
Vizcaya se pone a la cabeza de la industria gracias a que los costes se abaratan y la producción se multiplica por siete. Durante este período se utiliza un nuevo método, conocido como Bessemer y que permitía utilizar hierro vasco, hasta entonces poco productivo por sus contenidos bajos de fósforo. Además, la producción permitió que surgieran capitales mixtos entre los locales y los británicos.
Las empresas vizcaínas se alzan con la producción del 80% del hierro colado en España. Por otra parte, estas compañías se unieron para formar un sindicato encargado de establecer los precios y las producciones. El éxito de la siderurgia en Vizcaya permite la creación de una red bancaria solvente dentro de la que se encontraba el Banco Bilbao Vizcaya, conocido hoy en día como BBVA. Vizcaya se posicionó como líder de la siderurgia en España hasta el estallido de la Gran Guerra.
El siglo XX: crisis de la siderurgia en España
Durante la primera mitad del siglo XX, la siderurgia se encargaba de abastecer la demanda doméstica. Sin embargo, con el surgimiento de otros sectores que necesitaban acero, la producción comenzó a escasear. Fue así como en 1950 el Gobierno decidió crear la Empresa Nacional Siderúrgica S.A. (Ensidesa), con una cabecera en Avilés (Asturias).
En 1976, la Ensidesa absorbió Uninsa, una empresa privada que había erigido una planta en Gijón. Pero la demanda comenzó a crecer y, en consecuencia, el consumo era mucho mayor. Esto hizo que se desarrollaran otras acererías en la cuenca levantina con la fundación de los Altos Hornos del Mediterráneo (AHM) en 1972.
El problema de la siderurgia en España en este período fue la crisis en mitad de la década de los 70. Esta crisis no sólo afectó a nuestro país, sino que se extendió por los países industrializados. Aunque el Gobierno tomó medidas para paliar los efectos, no fue sino hasta 1984 cuando se tomó conciencia de las deficiencias del sector. Fue en este año cuando se aprobaron los Planes de Reconversión de la Siderurgia Española.
Estos planes tenían como objetivo reducir las pérdidas y satisfacer las demandas. Además, se pusieron en marcha algunas medidas laborales, financieras e industriales respecto a AHV y Ensidesa, que llevaban más de una década sufriendo pérdidas. La crisis de la siderurgia en España se prolongaría todavía hasta la década de los 90, pese a que el resto de los países europeos comenzaban a mejorar su situación.
Los años 80 y 90 supusieron una crisis en los precios, pero también fue la época en la que comenzaron a hacerse alianzas entre las distintas compañías.
Internacionalización en el siglo XXI
En 2001, los grupos Arbed, Aceralia y Usinor decidieron fusionarse para expandirse de forma internacional y crear así la compañía siderúrgica más grande del mundo: Grupo Arcelor. A finales del 2004, este grupo había alcanzado una producción conjunta de 47 millones de toneladas de acero líquido.
El éxito de Arcelor hizo que el grupo se fusionara con Mittal Steel en 2006, convirtiéndose en Arcelor-Mittal, la primera compañía con proyección global en el sector. Hoy en día, la siderurgia española supone el 4,6% del PIB industrial del país, emplea a 310.000 personas y factura cerca de 20.000 millones de euros.